El proyecto ha conseguido crear un envase inteligente que alarga la vida y mejora la conservación de estos archivos culturales tan valiosos y que, además, permite reducir el consumo energético de los sistemas tradicionales de almacenamiento (normalmente, conservación en frío por debajo de 5ºC), así como los costes.
Para superar este reto el nuevo envase consta de un recipiente que integra material adsorbente del ácido acético que libera la celulosa y de sensores que detectan este ácido y el dióxido de nitrógeno. También incluye un software que monitoriza estas emisiones y genera un modelo de degradación para poder tomar decisiones en cuanto a su conservación. Además, el envase ha pasado por diferentes análisis de caracterización para asegurar su funcionalidad y seguridad para la conservación del material cultural.
La caja Nemosine está fabricada en polipropileno por su resistencia química, estabilidad y efecto barrera al vapor de agua, por lo que es apta para su moldeado por inyección, y por su precio, un factor clave para la escalabilidad y comercialización de esta innovadora solución.
Los adsorbentes del ácido acético han sido desarrollados con el fin de paliar la degradación producida por el llamado síndrome del vinagre que amenaza la conservación de los materiales derivados de la celulosa. Están basados en redes metal-orgánicas, o MOFs, por su acrónimo en inglés (Metal-Organic Frameworks), un nanomaterial poroso eficaz para la adsorción de este ácido en condiciones de humedad, como es el caso del patrimonio cultural con derivados de la celulosa.
Para facilitar su manejo, estos adsorbentes se han integrado en una rejilla del envase en forma granulada en bolsas selladas de Tyvek, un material 100% sintético hecho de fibras de polietileno de alta densidad. Los ensayos realizados han demostrado su eficacia, estabilidad mecánica y alta capacidad de adsorción. En el caso de contaminación fúngica, esa rejilla puede llenarse con bolsas de gel de sílice para secar el material dañado primero y colocar posteriormente las bolsas de MOFs.
Además, se ha desarrollado una interfaz gráfica que permite al usuario leer los valores tanto brutos como de concentración con una simple comunicación de datos mediante conexión inalámbrica a un ordenador. Para monitorizar el proceso de degradación, el software de ‘Nemosine’ incluye un modelo de degradación que combina los datos de gases liberados que recogen los sensores y los metadatos introducidos por el usuario.
De esta forma, el proyecto ha conseguido desarrollar una nueva metodología para evaluar el estado de degradación de películas históricas, así como determinar el efecto de cada parámetro, como la temperatura relativa, la humedad y la presencia de los adsorbentes, en la vida del material. Esta herramienta proporciona a los conservadores una valiosa guía de las mejores acciones de preservación basada en predicciones que permiten ahorrar energía y extender el tiempo de conservación. Gracias a la modularidad del envase inteligente, los sensores se pueden utilizar también para el control ambiental, ya que son independientes de la caja.
Un total de 16 socios europeos forman parte de este proyecto: Associação para a Inovação e Desenvolvimento da FCT, Centre Tecnique Industriel de la Plasturgie et des Composites, Promethean Particles, Akumplast JSC, Biosensor SRL, Nanopharma, Modisprem, Österreichische Akademie der Wissenschaften, Institut Valencià de Cultura, Deutsches Filminstitut & Filmmuseum, PNO Consultants, Beskid Plus, Aimplas, Centre National de la Recherche Scientifique y el Instituto Superior Técnico Universidade de Lisboa. Centros de investigación, archivos fílmicos y partners industriales que han trabajado conjuntamente para dar con esta solución innovadora para la conservación del patrimonio cinematográfico y fotográfico del siglo XX.