La producción de este bioplástico se ha conseguido mediante dos procesos biológicos: un primer proceso fermentativo sin oxígeno, que permite transformar los residuos orgánicos en sustancias volátiles (AGV´s). En el segundo proceso, esas sustancias han sido transformadas por microorganismos, en un biopolímero. La integración de estos dos bioprocesos permite la revalorización de los residuos, al tiempo reduce los costes de fabricación del biopolímero.
Con el biopolímero obtenido se han realizado varios prototipos de envase para productos cosméticos que han sido testados por las empresas cosméticas Walla (Alemania) y Welleda (Suiza).
De residuos a bioproductos
Este bioplástico es uno de los resultados obtenidos en el marco del proyecto europeo URBIOFIN. Un proyecto demostrativo sobre la viabilidad tecno-económica y medioambiental de una biorrefinería para revalorizar residuos urbanos orgánicos y convertirlos en bioproductos, para su producción a escala semiindustrial.
Además, estos resultados han sido validados mediante un análisis medioambiental en el que se ha demostrado la sostenibilidad del proceso.
Según explica Gracia Silvestre, del departamento de biotecnología ambiental de AINIA, “la aportación fundamental de las biorrefinerías es su capacidad de transformar la biomasa, a través de diferentes procedimientos (físicos, químicos, termoquímicos o biotecnológicos) en diferentes bioproductos de alto valor añadido”.
URBIOFIN es un proyecto de innovación financiado por la Bio Based Industries Joint Undertaking (BBI JU), bajo el programa de la Unión Europea Horizon 2020, en el que participa un consorcio de quince socios europeos pertenecientes a empresas, universidades y centros tecnológicos relacionados con la gestión de residuos, biotecnologías, bioproductos, biomateriales y biocombustibles.